Yucatán es famoso por los impresionantes cuerpos de agua, que son parte del paisaje natural de la entidad. Los cenotes atraen a miles de visitantes que quieren explorar su profundidad, sus corrientes subterráneas o solamente sumergirse en sus aguas cristalinas mientras disfrutan de la exuberante vegetación.
En Yucatán se pueden encontrar cenotes en los lugares más inesperados: el jardín de una casa, el estacionamiento de un centro comercial o el atrio de una iglesia y cada uno tiene su encanto; se puede disfrutar la grandiosidad de estalactitas y estalagmitas, hasta escenarios ideales para fotos espectaculares y, por supuesto, un chapuzón refrescante en esta temporada de calor.
Y aunque todos los cenotes ofrecen paisajes espectaculares, hay un cenote en el que no podrás nadar por nada del mundo: el Cenote Sagrado o Cenote de los Sacrificios, es un gran pozo natural en la zona arqueológica de Chichén Itzá.
Se trata de un sitio ceremonial de gran importancia para los mayas y está rodeado de historia, arqueología y leyendas. Y aunque puedes observar su belleza desde un mirador, el acceso al agua del cenote está restringido por varias razones:
- Fue usado como sitio de sacrificios humanos y ofrendas.
- Se han encontrado restos humanos y objetos arqueológicos.
- Altos niveles de contaminación.
Los antiguos mayas arrojaban personas vivas, joyas, vasijas y otros objetos valiosos como ofrendas a los dioses, especialmente al dios de la lluvia, Chaac.
Es decir, hablamos de un portal simbólico al inframundo maya, también llamado Xibalbá. Para los mayas, lanzar ofrendas al cenote era una forma de comunicarse con los dioses y pedir favores como lluvia, cosechas o protección.
Hoy en día, el sitio es protegido como patrimonio cultural y arqueológico, y se encuentra bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Solo puede ser observado a la distancia por los visitantes.
Este cuerpo de agua se encuentra al norte de la pirámide de Kukulkán, a aproximadamente un kilómetro de distancia, y es accesible a pie a través de un camino rodeado de vegetación dentro del propio sitio arqueológico.
Aunque no está permitido nadar en él, observarlo desde el mirador es una oportunidad única para conectarse con una de las civilizaciones más enigmáticas del mundo antiguo.