La presencia confirmada del pez diablo en el Cenote Negro de Bacalar ha encendido las alarmas entre científicos, ambientalistas y autoridades locales. La detección de una hembra con huevecillos indica que esta especie invasora ya se está reproduciendo en uno de los cuerpos de agua más emblemáticos del Caribe mexicano. La situación preocupa por su potencial impacto ecológico y económico, particularmente en una región que depende del turismo y la pesca sustentable.
El pez diablo, originario del Amazonas, es conocido por su alta capacidad de adaptación y reproducción. Cada hembra puede poner hasta 3,000 huevos y sobrevivir fuera del agua por más de 14 horas. Estas características lo convierten en una amenaza directa para la biodiversidad local, desplazando a especies nativas y alterando el equilibrio de ecosistemas frágiles como la laguna de Bacalar.
La comunidad científica ha comenzado investigaciones para determinar el grado de invasión, mientras que las autoridades ambientales evalúan posibles estrategias de contención. Sin un control inmediato, esta especie podría generar efectos irreversibles sobre los recursos naturales y la actividad turística del sur de Quintana Roo.
¿Por qué es peligrosa la presencia del pez diablo en Bacalar?
El pez diablo (Hypostomus plecostomus), también conocido como chupaalgas, ha pasado de ser un auxiliar en peceras domésticas a convertirse en un invasor temido en cuerpos de agua dulce. Su comportamiento bentónico, es decir, que habita en el fondo, y su dieta agresiva lo llevan a consumir huevos, crías de peces y microorganismos vitales para el equilibrio ecológico. En Bacalar, una de las principales preocupaciones es su impacto en los estromatolitos, estructuras biológicas milenarias que representan uno de los mayores tesoros científicos de la laguna.
Además, al carecer de depredadores naturales, esta especie compite por espacio y alimento con especies endémicas. Su propagación podría provocar una disminución de la pesca local y afectar la cadena alimenticia acuática, agravando la pérdida de biodiversidad y deteriorando un entorno que ha sido emblema de conservación en el sureste de México.
Medidas de contención en análisis por parte de científicos y autoridades
Investigadores de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) ya iniciaron estudios para evaluar la dimensión del problema en el Cenote Negro, considerado una fuente importante de agua subterránea para la laguna de Bacalar. Aunque ya existen campañas de sensibilización en la región del Río Hondo, la situación actual requiere datos precisos para actuar con efectividad.
Las autoridades ambientales han sido notificadas y se espera que en los próximos días se anuncien acciones de control para evitar que esta especie continúe reproduciéndose en otros cuerpos de agua del Caribe mexicano. La urgencia radica en proteger no solo la biodiversidad acuática, sino también el atractivo turístico y la calidad ambiental de una de las zonas más visitadas del estado.
La comunidad local, operadores turísticos y pescadores también han comenzado a recibir orientación sobre cómo identificar y reportar ejemplares de pez diablo, con el fin de evitar una expansión descontrolada. La conservación de Bacalar está en juego y las decisiones que se tomen hoy serán clave para preservar su equilibrio ecológico.