El Museo Nacional de Antropología de México fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2025. El jurado leyó el fallo este miércoles 4 de junio a las 12:00 horas en el salón Covadonga del Eurostars Hotel de La Reconquista de Oviedo, España.
Este premio, al que optaban 32 candidaturas de 23 nacionalidades, fue el sexto de los ocho galardones internacionales que convocó este año la Fundación Princesa de Asturias, en la que se celebró su XLV edición.
El Museo Nacional de Antropología (MNA) de México fue creado en 1940 gracias al traslado de parte del acervo del entonces Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía al Castillo de Chapultepec. Su denominación actual provino de aquella primera sede, en la que se expusieron únicamente los fondos de la época prehispánica y etnográficos.
En 1960, el Gobierno mexicano aprobó la construcción de un nuevo espacio en el Bosque de Chapultepec.
Fue inaugurado en septiembre de 1964 por el presidente Adolfo López Mateos. En esa fecha se definió un formato especialmente diseñado acorde con la realidad de entonces y de los conocimientos con que se contaba. Después de casi cuatro décadas, las investigaciones de un ejército incansable de antropólogos, etnólogos arqueólogos, historiadores, epigrafistas y restauradores, entre otros especialistas, arrojaron miles de nuevos hallazgos del misterioso México prehispánico, lo que ha superado en mucho el acervo de los primeros años del museo.
Para participar y difundir este nuevo conocimiento, se inició en 1998 un proyecto de renovación de la institución que implicó principalmente la remodelación y actualización de las salas arqueológicas y etnográficas.
Una de las personas clave en el éxito de dicha transformación es el arquitecto José Ortiz Lanza, coordinador nacional de museos y exhibiciones. En septiembre de 2004, para conmemorar el aniversario 40, se llevaron a cabo diversas celebraciones, incluyendo un proyecto editorial con guías, mapas, memorias de investigaciones e interesantes revelaciones culturales que sin duda serán de mucho interés.
La sala Maya en el Museo de Antropología
Con la remodelación del Museo Nacional de Antropología, la Sala Maya resultó uno de los espacios más sorprendentes y mejor logrados de este recinto. En los años de su primera inauguración, cuando aún no se sabía nada del desciframiento de la escritura maya y no se realizaba una excavación muy intensiva de los sitios arqueológicos, la sala mostraba una temática de medio ambiente, tipo físico, cronologías, comercio y algo de escultura.
Los avances en el estudio de la escritura maya han sido de los más sorprendentes logros en la investigación de esta cultura durante los últimos años. Gracias al desciframiento de sus complicados símbolos , que se encuentran en códices, estelas, dinteles, fachadas de edificios, cerámica y un sinfín de elementos culturales, se han confirmado datos y se ha profundizado en muchos otros aspectos que ya no son un misterio. Han aumentado los conocimientos sobre su sistema de numeración posicional vigesimal, que inventó y utilizó el concepto matemático del cero siglos antes de que los europeos lo conocieran mediante su contacto con los árabes, así como del sistema calendárico con su fecha Era – punto de partida- y las habilidades para calcular la duración del ciclo solar y predecir eclipses.
El paso del tiempo y el surgimiento de nuevos conocimientos promovieron que en 2000 se planeara su remodelación, para lo que se convocó a un numeroso grupo de expertos investigadores, cada uno de los cuales proporcionó su especializado y actualizado conocimiento para conformar un trabajo muy completo y sólidamente fundamentado. Así, durante dos años se llevó a cabo una reflexión museográfica: se introdujeron colores muy cálidos, mobiliario e iluminación precisa, y se realizó una intensa labor de acopio mediante la cual se trajeron piezas nuevas: dinteles, estelas, esculturas, cerámicas, piezas ornamentales y diversos objetos utilitarios, entre otros; incluso algunos encontrados en sitios de más reciente hallazgo como Calakmul, ubicado en Campeche; Dzinbanché, en Quintana Roo; Balamkú y Ek Balam cerca de Chichén Itzá, además de Xcambó, piezas excepcionales que enriquecieron de manera invaluable la propuesta museográfica.
Actualmente, más de 60% de las piezas que conforman la Sala Maya son novedosas, convirtiéndola en la mejor del museo, la más atractiva y actualizada, ya que se incorporó la epigrafía y se descifran las inscripciones de los monumentos. Resaltan la sencillez y claridad con que se presenta toda la información, y el recorrido por la sala mantiene un discurso muy ordenado y completo que nos revela paso a paso sus aspectos culturales más sobresalientes, desde el inicio de la historia maya hasta el final de sus tiempos.
Uno de los principales atractivos expuestos es la máscara de Pakal, completamente renovada. Éste es un trabajo en el que participaron restauradores de alto nivel académico, quienes basándose en conocimientos de antropología física lograron recrear el verdadero rostro de Pakal en una dramática presentación en la que también se aprecia el cuerpo completo del gobernante pintado de rojo, el color de la vida, de la sangre.
La atracción que ejerce el mundo maya a través de importantes vestigios como Palenque, Yaxchilán, Bonampak, Tical y Chichén Itzá, por mencionar algunos, promueve que esta sala sea una de las más visitadas del museo, como un espacio de gran serenidad, donde el ambiente propicia un diálogo con los objetos y un reconocimiento más profundo de la cultura, lo que la convierte en la mejor sala maya del mundo.