Con el aumento de las temperaturas en el estado, también llega un fenómeno natural que cada vez llama más la atención entre los habitantes de la región: el avistamiento de zarigüeyas, también conocidas como tlacuaches. Su presencia en zonas urbanas durante esta época del año no representa un peligro, sino una oportunidad para aprender más sobre la fauna silvestre del sureste mexicano.
Desde marzo y hasta finales de junio, las zarigüeyas entran en su temporada reproductiva más activa. Durante este periodo, se incrementan las probabilidades de encontrarlas cruzando calles, resguardándose en patios, o incluso portando crías en su lomo o dentro de su bolsa marsupial. Su aparición puede sorprender, pero es completamente normal en este ciclo natural.
Expertos y autoridades ambientales recuerdan que estas criaturas no son agresivas ni representan una amenaza, y llaman a la población a evitar el maltrato, promover la conciencia ecológica y respetar su rol en el equilibrio ambiental.
Cómo reconocer una zarigüeya y por qué no debes temerle
Las zarigüeyas son mamíferos marsupiales que pueden confundirse fácilmente con roedores, aunque no lo son. Tienen el cuerpo alargado, hocico puntiagudo, orejas redondeadas, cola larga sin pelo y hábitos nocturnos. En Yucatán, las especies más comunes son Didelphis marsupialis y Didelphis virginiana, conocidas por su gran adaptabilidad y resistencia.
Durante la temporada de calor, es común ver a las madres cargando a sus crías o a estas últimas desplazándose solas tras caer accidentalmente. Muchos ejemplares también se aventuran a zonas urbanas en busca de alimento o refugio, lo que explica por qué suelen aparecer en calles, jardines o traspatios.
Su comportamiento no debe generar alarma, ya que no son animales agresivos. Al contrario, cumplen funciones ecológicas importantes como el control de plagas, ya que se alimentan de insectos y pequeños animales.
Qué hacer si encuentras una zarigüeya en Mérida o en el interior del estado
Si te topas con una zarigüeya en tu hogar o en vía pública, lo recomendable es observar sin intervenir, a menos que esté herida o en peligro. En esos casos, se debe contactar a grupos especializados en fauna silvestre para su evaluación y posible rescate.
No se debe intentar domesticar, alimentar con comida humana ni capturar a estos animales. Tampoco es recomendable ahuyentarlos con violencia, ya que esto puede generar estrés o provocar que abandonen a sus crías.
Respetar la presencia de las zarigüeyas durante estos meses no solo es un acto de responsabilidad ambiental, sino también una forma de mantener el equilibrio ecológico y fomentar una convivencia armoniosa entre el ser humano y la vida silvestre que habita en Yucatán.