Practicar ejercicio al aire libre es una actividad que combina bienestar físico y conexión con el entorno, pero también implica una exposición directa a los rayos solares que puede dañar la piel si no se toman las precauciones necesarias. Ya sea en parques, jardines o calles, el contacto prolongado con el sol, sumado al sudor y al roce con la ropa, puede disminuir la eficacia del protector solar si no se aplica correctamente.
En primavera y verano, cuando los días son más largos y las temperaturas aumentan, muchas personas salen a ejercitarse desde muy temprano o al final de la tarde. Aunque esos horarios parecen más seguros, los dermatólogos advierten que los rayos UVA, presentes durante todo el día, también causan daño acumulativo en la piel. Por eso, elegir el momento adecuado para aplicar el protector solar es tan importante como escoger el tipo de fórmula.
La clave para una piel bien protegida está en saber cómo, cuándo y dónde aplicar el bloqueador. No basta con ponérselo antes de salir; también es importante considerar el tipo de actividad física, la duración del ejercicio, las zonas más expuestas y si se puede reaplicar el producto durante la rutina. Aquí te contamos cómo integrar la protección solar de forma efectiva sin alterar tu entrenamiento.
El momento ideal para aplicar el protector solar si vas a hacer ejercicio
Según especialistas de la American Academy of Dermatology, lo más recomendable es aplicar el protector solar al menos 15 minutos antes de exponerse al sol. Este margen de tiempo permite que la piel lo absorba y que el producto forme una barrera efectiva contra los rayos ultravioleta. Si te lo aplicas justo al salir, el sudor y el movimiento pueden arrastrarlo antes de que actúe, reduciendo su efectividad.
Esta recomendación es aún más importante si haces actividades físicas exigentes como correr, andar en bicicleta o practicar deportes al aire libre. Durante estas actividades, el sudor no solo diluye el producto, sino que puede hacer que se deslice por la piel, dejando zonas sin protección. Por ello, es fundamental usar bloqueadores resistentes al agua o al sudor, con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30.
Además, aunque muchas personas prefieren ejercitarse al amanecer o al atardecer para evitar el calor extremo, los rayos UVA siguen presentes, incluso en días nublados. Estos rayos son responsables del envejecimiento prematuro, manchas y otros daños crónicos en la piel. Así que, sin importar la hora, el protector solar sigue siendo un aliado indispensable.
Cómo mantener la protección durante el ejercicio físico
Para quienes sudan mucho o tienen rutinas prolongadas, se recomienda reaplicar el protector solar cada dos horas, o con mayor frecuencia si hay contacto con el agua. En estos casos, los protectores en barra o en spray facial resultan muy útiles, ya que permiten reaplicar el producto fácilmente en zonas clave como nariz, frente y pómulos, sin interrumpir demasiado la actividad.
Tampoco deben olvidarse las áreas del cuerpo que suelen quedar expuestas sin que lo notemos, como la nuca, las orejas y el cuello. Estas zonas suelen estar descubiertas cuando se usan coletas, camisetas deportivas o gorras, y son especialmente vulnerables a las quemaduras solares. Llevar un protector en formato compacto te permitirá cubrir estos puntos durante tus pausas.
Finalmente, si no puedes reaplicar el bloqueador durante la actividad, considera usar ropa deportiva con protección UV, sombreros ligeros o mangas largas transpirables. La protección solar no tiene por qué ser un obstáculo en tu rutina de ejercicio, solo requiere adaptar los tiempos y elegir bien los productos. Con estos ajustes, cuidar tu piel será tan natural como calentar antes de correr.